Paisaje, vino y literatura

Temática: 
03/02/2016

A veces tendemos a pensar que de la comarca del Priorat se ha escrito poca literatura. Y quizás sí que no se ha escrito tanto como de otras comarcas del país, pero tampoco es verdad que no haya nada. El paisaje vitivinícola del Priorat ha generado literatura de la buena a lo largo del tiempo, y descripciones contundentes que, a menudo, tienen el vino como referente. Hay, por tanto, algunas sentencias literarias afortunadas que hay que tener presentes si queremos comprender mejor el Priorat. Recogemos algunas ya clásicas.

La primera frase célebre del día es de Josep Pla, escrita en 1971 en la Guía de Cataluña. Josep Pla nos describe el paisaje del Priorat tras pasearse entre laderas de pizarra y contemplar la sierra de Montsant. Dice así: “El Priorat es un país tormentoso, cataclismático, de una violencia geológica impresionante. La geología del paraje parece una borrachera, una fuerza interna, desordenada y pujante que traquetea la tierra, una fuerza de colores suntuosos, de exudación densa, de tumefacciones y de hinchazones agitadas, de polvo”.

Muchos años antes, en 1936, antes de que estallara la guerra civil, otro gran escritor (el leridano Joan Santamaria), en su libro Visiones de Cataluña, habló de su visión del Priorat y de cómo veía él los pueblos de la comarca. Y dijo lo siguiente, poca broma: “Estos pueblos que vamos encontrando son los pueblos más pueblos que hemos visto desde que andamos por Cataluña. Tienen una solidez secular”.

El paisaje del Priorat, además, le sugirió otro paisaje vitivinícola, el de Renania. Al respecto, escribió lo siguiente:“Cuanto más la ves, más parecido le encuentras con aquella otra tierra lejana y vinatera que se llama Renania. Salvo del color de la gente y de la fisonomía de los pueblos, las sierras del Priorat -la de Llaveria, la Argentera y la de Montsant- tienen una admirable similitud con las orillas montañosas del Rin. La misma sustancia, los mismos cultivos, los mismos laderas, el mismo vaho de plenitud y el mismo brillo grasoso”.

Otra buena referencia al paisaje vitivinícola del Priorat la dejó escrita Josep Vallverdú, en su libro de 1968: Cataluña Visión. Vallverdú opinó lo siguiente: “Es evidente la similitud de esta tierra de pizarra, con la piel áspera y reticulada de un paquidermo o quizás de un monstruo pediluvio. Las hileras de cepas, esta primavera que todavía los tiene dormidos y negros, sin botón y savia, marcan unas líneas de resalte un poco como las venas que se ven debajo de las epidermis. Estas laderas son muy frecuentes, de un color gris plomo acentuado, azulado y a veces verdoso según los componentes de la pizarra. Hay que descubrirse ante la tenacidad de los hombres que han modelado estos terrenos colgados que, donde han podido, siquiera mínimamente, aprovechar trescientos metros del suelo han plantado viña y han esperado el resto del cielo”.

Solidez secular, país de violencia geológica, color gris plomo… Las referencias a la piedra y la geología son constantes en la literatura que ha generado el Priorat. Última cita del día, en la misma línea. Es de 1961 y es del geógrafo Josep Iglésies. “Los pueblos del Priorat son como pequeñas embarcaciones que navegan espaciadas en el intenso oleaje petrificado”.